Nicky Antonio Cerón Blau
Texto completo [Descargar]
El presente artículo analiza el proceso organizativo de la Toma 22 de Julio de 1980 desde dos perspectivas: en primer término, la propone como un hito en la rearticulación del movimiento popular en general y del movimiento de pobladores en particular; en segundo lugar, lo analiza en función de la teoría de los movimientos sociales en un diálogo crítico con las proposiciones que los sociólogos de SUR elaboraron sobre el movimiento de pobladores de los ochenta en Chile, particularmente en Santiago. En este sentido, el trabajo releva el desarrollo de relaciones sociales comunitarias como pilar de dinámicas de politización y movilización populares.
Palabras clave: movimiento de pobladores, movimiento social, relaciones sociales comunitarias.
Introducción
"Con el golpe
cívico-militar de 1973, los espacios de libertad conquistados por el Movimiento
de Pobladores (MDP) durante los años previos – que permitieron el desarrollo de
experiencias avanzadas de autoorganización y autoeducación popular, como las
desplegadas en el Campamento Nueva La Habana –, así como los espacios de
participación democrática y canales de negociación abiertos hacia el Estado,
fueron duramente reprimidos y desarticulados por la dictadura. Las posiciones
políticas y simbólicas conquistadas por el MDP fueron atacadas duramente por la
represión; “los pobladores fueron confinados al lugar físico que ocupaban,
cercándolos y segregándolos –en mayor medida de lo que ya estaban– del resto de
la ciudad”[1]. Tal
reconfiguración, operó como un factor disolvente del tejido social construido
durante las décadas previas: en primer lugar, deterioró el espacio del
desenvolvimiento de las relaciones sociales comunitarias (RSC) – en el sentido
de la desarticulación violenta de las diversas expresiones de asociatividad popular,
que se podrían caracterizar como “una forma de sociabilidad que tiende a la
apropiación consciente por parte de sus integrantes de sus medios de
existencia, a la deliberación y al consenso de los propósitos colectivos”[2] –
espacio que, siempre en relación con la totalidad
del sistema de dominación, está enraizado al interior de las comunidades (en este caso, urbanas, como
campamentos y poblaciones) siendo la base material del desarrollo político de estas, en tanto que espacio
idóneo para el despliegue potencial del ser
social de sus componentes, así como para la construcción de su poder como actor social.[3]" ...
[1] Mónica Iglesias Vásquez. Rompiendo el cerco. El movimiento de
pobladores contra la dictadura. Ediciones Radio Universidad de Chile,
Santiago, 2011, p. 59.
[2] Mónica Iglesias Vásquez. Volver a la “comunidad” con Karl Marx. Una
revisión crítica de la dicotomía comunidad-sociedad, Araucaria. Revista
Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, año 17, nº 34. Segundo
semestre de 2015, Universidad de Sevilla, p. 130.
[3] Planteo aquí el despliegue
potencial del ‘ser social’ en tanto que desarrollo de RSC que, en un contexto
neoliberal impulsor de profundos procesos de individuación, se erigen como
prácticas sociales contrahegemónicas o al menos divergentes, y que articuladas
en instancias organizativas populares como asambleas, comités de sin casa, etc.,
tienden al desarrollo de dinámicas relacionales que constituyen ejercicios de
construcción de poder. Con respecto a la noción de ‘ser social o genérico’,
véase: La cuestión judía; El trabajo
enajenado (incluido en Los
Manuscritos de París); y Glosas críticas
al artículo “El rey de Prusia y la reforma social. Por un prusiano”, todos
en Carlos Marx. Escritos de juventud, FCE, México, 1982. Sobre el concepto de poder
abordado aquí, véase: Hannah Arendt. La
condición humana, Paidós, Buenos Aires, 2003, cap. V.